03 Oct IoT, el futuro está conectado
Llegar a casa y que tu vivienda haya ajustado su temperatura y luz a tus gustos, montarte en un vehículo autónomo para ir al trabajo mientras dispositivos en tu ropa monitorizan tus constantes vitales… y que en las fábricas se logre hacer un mantenimiento predictivo que reduzca costes y evite accidentes. Suena futurista… aunque cada vez estamos más cerca gracias al llamado Internet de las Cosas, Internet of Things o IoT.
¿Pero qué es el IoT?
Es la posibilidad de que cualquier dispositivo se conecte a una red, ya sea privada o a Internet, e interactúe con otro dispositivo sin la intervención humana, únicamente mediante una conexión máquina a máquina (Machine to Machine o M2M). Es decir, que sea capaz de captar información, fundamentalmente a partir de sensores, y transmitirla a otro dispositivo para que pueda ser analizada con el fin de contribuir a la toma de decisiones y a la mejora de procesos y de tecnologías….
Los altavoces inteligentes (Alexa, Siri…) son un ejemplo de ello, instrumentos cada vez más capaces de ejecutar nuestras órdenes porque cada vez están más conectados a un mayor número de objetos que son capaces de recibirlas y obedecer.
Y es que el IoT puede aplicarse a todo tipo de terminal y objeto, desde los cotidianos electrodomésticos, a la más compleja maquinaria industrial –con la industria 4.0– pasando por el alumbrado de las ciudades o la climatización de edificios, que se convierten en ‘smart’… las posibilidades son infinitas.
Según Google, en 2020 cerca de 50.000 millones de dispositivos estarán conectados a Internet en el mundo. Por su parte, la firma estadounidense Gartner estima que a finales de 2020 sólo las empresas y el sector de la automoción contarán más de 5.800 millones de terminales de IoT en el mundo, un 21% más que en 2019, con las empresas de servicios públicos como principales usuarios gracias a los contadores inteligentes. Por su parte, el último informe de Business Insider Intelligence, este mercado podría llegar hasta los 3 billones anuales en 2026.
De hecho, casi todos nosotros tenemos ya al menos dos terminales IoT en casa: los contadores de agua ‘inteligentes’ y los de luz, que llevan años implantándose en España y cuyos datos sobre el consumo en tiempo real permiten mejorar la gestión de la red. Además, cuando esa información llega en grandes volúmenes se debe procesar a través del Big Data.
Una curiosidad, el Big Data tiene una cierta pátina nuclear, porque, si bien se coincide en que su origen está en Google, se lleva desarrollando en el CERN ( Organización Europea para la Investigación Nuclear) en Suiza desde hace 20 años. El Gran Colisionador de Hadrones genera tal volumen de datos –millones por segundo– que es necesario filtrarlos o no se podrían almacenar… no se hubiera encontrado la ‘partícula de Dios’, el bosón de Giggs.
Tras el sector público en volumen de inversión están las firmas de seguridad de bienes, datos y personas como segundo sector en crecimiento, mientras que la llamada industria 4.0 y la salud también intensifican la inversión en los próximos años para implementar el Internet de las Cosas. Para todo ello, las inversiones en este área alcanzarán los 1,1 billones de dólares en 2023 a nivel global, calcula IDC.
¿Qué tecnología implica el IoT?
No hablamos de una sola, sino que para hacerlo realidad es necesario un amplio rango tecnológico: todo tipo de sensores, interfaces para la transmisión de datos, protocolos de comunicación, redes, cada vez más plataformas en la nube, así como el Big Data para analizar la información extraída. Lo último se verá en el IOT World Congress (Barcelona a finales de octubre).
¿Qué tipo de redes se utilizan?
Los dispositivos IoT pueden conectarse directamente a Internet mediante redes físicas (fibra óptica) e inalámbricas los clásicos wifi o bluetooth, los móviles 3G y 4G, el futuro 5G, o pueden operar en redes específicas, como el Sigfox (presente en Estados Unidos) o la Red LoRa One. Esta última en España se llama Redexia, se presentó en la Feria Aotec 2019 en Málaga y se extenderá a todo el territorio nacional en el plazo de tres años.
El avance vertiginoso en la expansión de estos dispositivos inteligentes trae consigo múltiples ventajas y también algunos riesgos que hay que afrontar, el más importante el de la seguridad, dado que se multiplican los puntos de entrada desde los que un hacker puede acceder a nuestra información. Por eso se deberá desarrollar una legislación de seguridad específica para garantizar unas medidas básicas.
Y es que nuestros datos son cruciales y muy valiosos y el IoT genera una ingente cantidad de ellos. De hecho, expertos en telecomunicaciones consideran que será la información la que facilite los mayores ingresos a las empresas, muy por encima de las infraestructuras.
Pero pese a las preocupaciones por la seguridad, la interconexión de dispositivos constituye una ola imparable. Precisamente por eso en los próximos años la inteligencia artificial (IA) y el edge computing serán decisivos para manejar este volumen de información y extraerles toda su utilidad, según coinciden los expertos en el informe de Microsoft IoT Signals basado en 3.000 encuestas a responsables en esta área en sus empresas. Además, será necesario que los sensores y procesadores continúen evolucionando así como alcanzar un estándar, del que aún se carece.
En definitiva, un futuro con muchas posibilidades por aprovechar…